¿Cómo un simple banco define quién es bienvenido en la ciudad y quién no?
Imagina que caminas cansado por la ciudad. Ves un banco de concreto. Te acercas para sentarte, pero te das cuenta de que la superficie está inclinada en un ángulo incómodo que te hace resbalar. O quizás el banco tiene apoyabrazos metálicos intermedios cada 50 centímetros que te impiden recostarte o sentarte cómodamente si llevas bolsas grandes.
¿Es un error de diseño? No. Es un diseño increíblemente exitoso en lograr su objetivo oculto: evitar que te quedes demasiado tiempo.
Esto es lo que conocemos como Arquitectura Hostil o «diseño defensivo». Como diseñador urbano, creo firmemente que la calidad de una ciudad se mide no por sus edificios más altos, sino por cómo trata a sus ciudadanos más vulnerables en el espacio público.
En este artículo, exploraremos la delgada línea entre diseñar para la seguridad y diseñar para la exclusión, y por qué el diseño inclusivo es la única vía hacia ciudades verdaderamente humanas.
¿Qué es la Arquitectura Hostil? (El Diseño del «No»)
La arquitectura hostil utiliza elementos del entorno construido para guiar o restringir deliberadamente comportamientos considerados «indeseables». Aunque a menudo se justifica bajo la premisa de mantener el orden o evitar el vandalismo, su efecto real es expulsar a ciertos grupos sociales —personas sin hogar, jóvenes skaters, o simplemente ancianos que necesitan descansar— del espacio compartido.
No es accidental; es una estrategia de gestión del espacio público a través del diseño físico..
La Galería de los Horrores Urbanos:
- El Banco Segmentado: El ejemplo más clásico. Bancos con divisiones rígidas diseñadas no para la comodidad, sino para impedir que alguien pueda tumbarse a dormir.
- Superficies Inclinadas y Pinchos: Alféizares de ventanas, muretes o espacios bajo puentes cubiertos con elementos punzantes o ángulos resbaladizos para evitar que la gente se siente o descanse allí.
- Ausencia Estratégica: La forma más sutil de hostilidad es simplemente no proveer mobiliario urbano, sombras o baños públicos en áreas donde se quiere evitar la congregación de personas.
La Alternativa: El Diseño Inclusivo (El Diseño del «Sí»)
Frente a la hostilidad, el diseño urbano inclusivo busca crear entornos que puedan ser utilizados por todas las personas, en la mayor medida posible, sin necesidad de adaptación ni diseño especializado.
La inclusión no es solo cumplir con la normativa de rampas para sillas de ruedas (aunque eso es vital). La verdadera inclusión tiene que ver con la dignidad y el confort. Un espacio inclusivo le dice al ciudadano: «Te estábamos esperando. Puedes estar aquí».
Los pilares del mobiliario urbano inclusivo son:
- Ergonomía y Confort: Bancos con respaldo y apoyabrazos en los extremos (que ayudan a las personas mayores a levantarse), materiales que no quemen en verano ni se congelen en invierno, y presencia de sombra.
- Flexibilidad Social: Espacios que permiten tanto la soledad (un asiento individual para leer) como la interacción grupal (bancos enfrentados o en «L»).
- Accesibilidad Universal Real: No basta con una rampa. Se necesita espacio junto a los bancos para aparcar una silla de ruedas o un cochecito de bebé sin bloquear el paso, y pavimentos táctiles para personas con discapacidad visual.
El Poder del Mobiliario: Una Declaración Política
Los diseñadores urbanos a menudo nos centramos en los grandes planes maestros, pero la experiencia diaria de la ciudad se define en la pequeña escala: el banco, la papelera, la luminaria, el alcorque del árbol.
El mobiliario urbano no es un accesorio decorativo; es la infraestructura social más básica. Un banco bien diseñado es una invitación a la pausa, al encuentro fortuito y a la observación de la vida urbana. Eliminarlo o hacerlo hostil es privatizar el confort y negar el derecho a la ciudad.
Conclusión: ¿Para quién diseñamos?
La próxima vez que diseñes o apruebes un proyecto de espacio público, pregúntate: ¿Este diseño está resolviendo un problema social o simplemente lo está desplazando a otra calle?
La seguridad y el mantenimiento son preocupaciones válidas, pero la respuesta no puede ser la hostilidad. La respuesta es más y mejor diseño: espacios activos, con «ojos en la calle», iluminación adecuada y materiales duraderos.
Como diseñadores urbanos, nuestra herramienta más poderosa es la empatía. Diseñemos ciudades donde nadie se sienta como un intruso en su propio hogar.



